viernes, 8 de julio de 2016

¿Estamos en paz?

No creo que haya alguien tan iluso, tenga una postura a favor o en contra de la negociación y firma del proceso de paz, como para pensar que con dicho acto los problemas del país desaparecerán. Pero los hay, no hay pañuelo que se caiga en este país que no genere un eco estruendosamente contundente con el subsiguiente sonsonete de: esa es la paz de Santos, ahí tienen su paz, etcétera. O la magnificación de los ‘trapos sucios’ y del oscuro pasado del otro lado.


¿Estamos de verdad preparados para la paz?
Parece que no, es tal el afán de unos y otros de demostrar la veracidad de sus posturas, que Colombia se ha convertido en un territorio lleno de trampas en las que se quiere ver al enemigo, no el del monte o de las calles, si no a ese amigo, familiar o conocido de toda la vida, patinando en sus ideologías, creencias, posturas políticas, hasta llegar a retirar el apoyo de quien las representa. Claudicar, rendirse, darle la razón al otro parece ser el ideal de paz mental.
Si para esto el proceso de paz debe ‘caer’, que caiga. Si incalculado número de  personas deben terminar en la cárcel, desde ex presidentes hasta guerrilleros rasos, mejor. En el fondo todos deseamos lo mismo, aunque queramos llenar esas celdas con personajes diferentes.
¿Qué ganamos con este deseo? ¿Cómo puede cambiar nuestra vida si algo así llegara a suceder? No son preguntas para responder con lo obvio, con que se abaratan los costos de producción en el campo, se reduce la inversión en seguridad en algunos sectores económicos; lo de la economía es una verdad indiscutible. También que los genocidas al margen de la ley y los que usaron ésta para ampararse en violaciones iguales de terribles, paguen por sus actos.
Pero, ¿en esa rutina de levantarse, desayunar, ir al trabajo, almorzar, seguir trabajando, comer y dormir, ¿en qué te afecta que Timochenko y/o Uribe estén en una cárcel?
Si me preguntaran eso a mí, respondería que para estar orgulloso de mi país y sus instituciones, porque así debe ser; porque una verdadera ‘confianza inversionista’ se genera con un Estado sólido y confiable. En mi rutina diaria al parecer no me afecta en nada, como a la inmensa mayoría de colombianos, que estamos como una pluma al viento en el vaivén del acontecer nacional.


La siguiente pregunta sería: entonces, ¿puede Usted vivir sin eso? Y aunque me cueste aceptarlo tendré que responder que sí. Mi vida, como la de muchos, ha seguido llena de situaciones a pesar de masacres como la de Bojayá o genocidios como los de los falsos positivos. Es más, personas que vivieron esas tragedias, como han podido, han tratado de seguir con sus vidas, algunos con la gallardía, coraje y ejemplo de perdonar a sus verdugos. ¿Por qué nosotros no podemos? ¿Quién nos dio el mandato de ser la voz de gente que no nos ha pedido nada? ¿Cómo hacemos los humanos para heredar odios y enemistades? Contestarán algunos que para no ser indiferentes, para ser solidarios. Me pregunto ¿dónde termina la deferencia y solidaridad para comenzar a ‘patinar’ en el mismo sitio llenos de apegos, ‘enganchados’ en lo mismo? Considero que hay otras especies que manejan mejor el tema.


¿Será que tendremos que imitar a los alemanes?, ¿tendremos que prohibir la mención, apología y celebración de épocas oscuras de nuestra vida nacional para poder seguir? ¿Habrá alguien con un verdadero ‘amor de patria’ que sea capaz de reconocer lo equivocado de sus actos? Por mucho Miami, dos carros, casa, universidad, negocio propio, etc., nos falta mucho para ver a nuestros dirigentes aceptando las responsabilidades de sus actos, como lo acaba de hacer Tony Blair en Inglaterra por su decisión de atacar Irak: "Fue la decisión más difícil que he tomado. La tomé de buena fe. Expreso mi dolor, mi pesar y disculpas".


¿Estamos preparados para la paz?
¿Es el gobierno -este y los anteriores- el culpable de todas nuestras desdichas? ¿De las suyas? ¿De las mías?
¿Está Usted en paz?
¿Qué tal está la relación con sus padres, con sus hermanos, con su pareja, con sus hijos?
¿Tiene amigos?
¿Lo atormenta el pasado?
¿Le genera ansiedad el futuro?
Puede que de manera desprevenida sean preguntas sueltas, de pronto incómodas, porque algunas respuestas recuerdan pendientes, equivocaciones, ausencias, vacíos, distancias, pasos sin mirar atrás…
Afrontar la paz de una u otra manera es como hacernos esas y otras preguntas, como individuos, como sociedad.
Más que preguntar tenemos que actuar porque en efecto la firma del acuerdo de  paz está lejos de hacernos sentir así. Hoy nadie quiere ayudar a un accidentado en una calle o una carretera, creemos que es una trampa, que el ladrón nos saldrá desde un matorral, porque en un país sin justicia terminaremos implicados y responsables de un accidente que no provocamos. La desconfianza está lejos de cualquier sensación de paz individual o colectiva.


Hay actos sencillos que sí que pueden contribuir a una vida en paz, civilizada, esa que respetamos y a muchos nos encanta cuando salimos del país: saludar, despedirse, dar las gracias, respetar las filas, ayudar, no arrojar basuras en calles ni carreteras, respetar las señales de tránsito (usar las direccionales), parquear donde se debe y no donde se puede, hacer el pare no para mirar a quién se le va a tirar el carro sino para respetar a quien lleva la vía, denunciar al corrupto (desde el más pequeño hasta el más ladrón de cuello blanco), dejar de salir borrachos en un carro a jugar con la vida propia y de la que se nos atraviese, valorar la vida, que nos duela cada vida que se pierde (porque si es una matanza de menos de 10 es normal), cuidar a mujeres, ancianos y niños, saber quién es el vecino, cómo se llama, a qué número lo puedo llamar si se le está incendiando su vivienda, dar el paso en las cebras, pensar que en cada bicicleta o moto puede ir uno de nuestros familiares, esos a los que no queremos que les pase nada, terminar con esa mentalidad colonial que humilla a quien nos sirve, condenar o por lo menos no azuzar al ‘avión’, la ‘abeja’, el ‘avispado’, la ‘malicia indígena’ que no son sino formas de aplaudir al ventajoso, a es que hoy se aprovecha de otro y mañana de nosotros, los que somos padres aprender que la violencia genera más violencia, que el niño que entiende que todo se puede solucionar y corregir a golpes mañana se bajará de su carro a darse ‘cruceta’ con cualquier conductor de bus, o le pegará a su pareja.


Mucho debe hacer el gobierno para que haya paz, presencia en todo el país, pero no para saquear si no para hacer Estado. La sociedad civil debe comprometerse en una guerra sin cuartel contra las mafias políticas corruptas y que se cumplan a cabalidad las leyes. Nosotros, desde nuestros trabajos, casas, familias, municipios podemos aportar mucho a es paz de la que hacemos responsable a otros.
¿Estamos preparados para la paz? ¿Está Usted en paz?


Publicado en  conlaorejaroja.com

domingo, 26 de junio de 2016

Sueño de Paz.

Cuando era un niño, varias veces tuve unos sueños bastante angustiantes. Soñaba que la guerrilla se tomaba Tuluá y entraban a masacrar a mi Familia, quedando yo como único sobreviviente.
En esos días era común ver en el periódico local, El Tabloide, las imágenes sangrientas de cualquier tragedia violenta que fuera digna de sus últimas páginas: las judiciales. Era una época en que las fotos no se pixelaban, ni se distorsionaban a manera de autocensura en el periodismo colombiano.


Constantemente corregimientos como Ceilán, Naranjal, Salónica por nombrar algunos del Centro del Valle del Cauca eran hostigados, así como los del sur del departamento Pradera y Florida. Seguramente sentí miedo, al ser recurrentes los sueños decidí dormir con mi puñal de Rambo cerca, el que me habían dado para usar en los Scouts y que tenía en el interior todo un equipo de supervivencia.


Años después (2000) tuve que cubrir como periodista para el desaparecido semanario El Mercurio, la toma guerrillera y semi destrucción de Barragán, corregimiento de Tuluá en límites de la Cordillera Occidental con el Tolima. En el camino fui retenido varias horas por el comandante de la emboscada al convoy policial que dio respuesta al llamado de auxilio de la población, en el que murieron un Teniente y dos Patrulleros; horas largas e inciertas, de impotencia, viendo las prendas y pistola del Teniente como trofeo. Poco eran en realidad esos momentos, comparado con la dantesca imagen de un Municipio en el que había estado unas semanas antes para exaltar la gran despensa agrícola que era, la belleza de su geografía escarpada (parecida a Boyacá y Nariño), y sobre todo la hospitalidad de sus habitantes; ahora buena parte de los sitios en los que estuve estaban destruidos por los cilindros bomba, muchísimas casas cercanas a la Estación de Policía totalmente en ruinas, todavía, 20 horas después de la toma, humeantes. Por momentos era caminar entre fantasmas de lo conocido, de donde se había conocido belleza y humanidad; hoy, guardadas las proporciones lo puedo comparar a esa imagen en la que Adrien Brody camina entre ruinas en el final de la película El Pianista del director Roman Polanski. Eso sí, sin tanta poesía ni estética cinematográfica, estos eran pasos entre locaciones y sonido ambiente de realidad. Meses después llegaron los paramilitares a hacer justicia, a ‘ordenar la casa’, con sus básicos efectos especiales de sangre que salpica: Testimonios de los paramilitares en Justicia y Paz.


Resulta que hoy contemplo cómo mi hija de siete años ha heredado cierto gusto por ver y leer noticias, lo hace a mi lado, pregunta y pregunta, incansable por aprender, también por comprender lo que pasa, lleva dentro un chip perfectamente instalado de qué, quién, cómo, dónde y por qué… Creo que por ahora no hemos llegado a imágenes e impactos como las que vi algún día siendo niño. A diferencia mía que nunca fui llorando al cuarto de mis padres por los violentos y sangrientos sueños, confío en que Ella lo haga si se llega a sentir igual.


Siento gran alivio y sobre todo esperanza de que con la firma de la paz se minimicen la posibilidades de que más niños en Colombia tengan imágenes como estas en sus cabezas, que no se sientan creciendo en el país del no futuro, del que todo vale.


Pero no soy tan ingenuo. La guerrilla no es el mayor de todos nuestros males, ni tampoco el más antiguo. Se acaba una guerra, una que era un gran telón distractor para usarse como excusa para todo, longeva, sobreviviente al capital económico y militar de los Estados Unidos; quedan muchas más para este país corrupto y mafioso, sumergido en el actual bamboleo e ignorancia mediática, arribista como pocos, por ello indolente, ajeno y distante a una verdadera cultura y raíces: nuestra identidad es lo que esté 'de moda'.


Consecuencias más funestas que todos estos años de guerrilla son los gobiernos corruptos saqueando el Estado, dejándonos en este atraso en infraestructura, porque cualquier reparcheo de un hueco se paga tres veces o hasta más, el sistema social politizado: educación y salud, las narco política, parapolítica, farcpolítica, la politización de la justicia, la corrupción rampante en las Fuerzas Armadas.
Un pueblo sin poder hasta el día que haya un verdadero Estado, sus mecanismos de regulación y de participación ciudadana funcionen, no las mafias que pululan en todos los poderes públicos y nuestra sociedad; porque demostrado está cómo hacen cumbres para cuidarse entre si, aumentar su riqueza y poder, se cuidan entre ellas para que 'el orden' no se pierda.


Me encantaría que Santos pague, Uribe, Pastrana, Samper, Gaviria, Barco, Betancourt, Turbay, López, Pastrana..., y así sucesivamente hasta llegar a todo el que haya usado el poder para enriquecerse o perpetuarse él, sus grupos políticos, cómplices,  familiares y amigos; sobre todo para dejarle claro a los que están pensando en la política y el estado como negocio personal que se equivocaron de país.


Razón tenían los amigos estos de Uribe en una expresión que usaron para justificar la expansión de su aparato criminal de los campos a la política: hay que refundar el país. La cuestión es no dejar que lo hagan esos ex paramilitares, ni los ex guerrilleros, ni los mismos políticos corruptos que ya estuvieron en el poder demostrando su aventajada ineptitud. Cambio, se necesita un cambio total en la ética y moral del Estado Colombiano y de su sociedad.

La paz es caminar al lado del enemigo, del verdugo de otrora, civilizadamente aceptar y respetar, como algún día tuve que hacerlo al abordar un vuelo demasiado cerca para mi gusto con Francisco Galán, el ex comandante del ELN a quien en ese momento lo quise arrastrar por toda la pista de aterrizaje halado de su barba; pero no, tengo claro que no estoy por encima de la Ley, de lo pactado por el Gobierno que me representa, y del Estado al que pertenezco. Ojalá democráticamente Timochenko y sus secuaces paguen también cuando ejerzamos nuestro poder en las urnas, que unas aplastantes mayorías les dejen saber a estos ex guerrilleros que sus ideas, métodos y propuestas nunca nos identificaron y tampoco queremos que nos representen. Cosa que sólo sucederá si el Estado rápidamente toma posesión de todo el país, sus representantes y la sociedad en general nos dediquemos a cumplir la Constitución y las Leyes.

Mientras tanto déjenme disfrutar de este Sueño de Paz.

Publicado en www.laorejaroja.com

lunes, 25 de abril de 2016

Confesión.

La semana que terminó revivió algo en mí que normalmente evado. Me cuesta pensarlo y no tengo la suficiente sangre fría para siquiera imaginármelo.
Un amigo, un hermano de la vida, uno de mis más cercanos compañeros de la niñez, tuvo que despedir a su Hermana. Seguramente un descanso para su Familia, después de demostraciones coherentes con la persona que fue: vital, hermosa, positiva, de esas personas lindas que uno se puede encontrar. Y milagrosamente su vida se extendió una y otra vez contra cualquier pronóstico, tiempo en el que he creído siempre que sirve para prepararse y asimilar la situación, que he considerado apropiado para uno prepararse, rogando que no hayan eternas agonías.
Pero una pérdida es una pérdida, así Maturana diga lo contrario. Muchos recuerdos con esta Familia que también fue mi Familia, con esas Hermanas que fueron mis Hermanas, con ese Amigo querido, compañero de tantas tardes juntos pateando un balón, compartiendo vacaciones con nuestros Padres, mis tíos, primos y abuelos, por el que conocí íconos como La Mochila Azul o a Michael Jackson, con el que vimos asombrados en su casa cómo se tomaban el Palacio de Justicia, el que casi me mata de un susto cuando en quinto de primaria quedo conmocionado por un cabezazo jugando microfútbol.

Esta situación tan cercana, ha revivido una de las pocas cosas para las que sé que no estoy preparado en esta vida: la muerte de mis hermanos.
En algún momento de su vida la salud frágil de mi Mamá, generó en mí, hacerme a la idea de que cualquier cosa podía pasar algún día con Ella. Entonces armaba todos unos melodramas en mi cabeza pensando en qué haría si a mi Papá, se le ocurriera la estúpida idea de reemplazarla. Cosa que nunca sucedió porque mi Madre se estabilizó y el que años después dejaría este mundo fue mi Padre. Pero esa inducción y preparación al dolor, a la pérdida, me sirvió para entender que la gente que quieres, en cualquier momento se va. 
Mi Abuela y una Tía no avisaron, eso es aterrador. Como deben ser las muertes violentas, esas de estar en el lugar y momento equivocados sólo por segundos, que cambian totalmente el destino de familias enteras, dándole una connotación quijotesca a la palabra futuro.

Cuando decidimos tener Hijas (fueron hijas), me hice a la idea de que cualquier cosa podía pasar, amortigüé de alguna u otra manera por adelantado las ‘sorpresitas’ que manda la vida. Y siempre me repito que los hijos son prestados, por lo cual trato de vivir el momento a plenitud.
¿La pareja? Debe ser horrible, aunque cuántas no están muertas en vida por darle paso a la rutina, u obligarse a entender que ‘nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde’. Aunque si además de pareja es la amiga…, pues será la mejor hermana de la vida.
Los viejos, pues viejos están; aunque si nos pusiéramos muy analíticos, encontraremos que hay jóvenes con mentalidad de viejos. Por lo cual, remitámonos únicamente a edad avanzada con deterioro natural del cuerpo.

Pero los Hermanos no logro clasificarlos en nada de esto. Veo además, cómo se quieren mis hijas y ayudan menos a entender que eso algún día deberá pasar. 
Me cuesta asimilar y pensar en un mundo sin Ellos, es como perder parte de la historia, de la esencia más íntima de uno mismo. Así los vea y hablemos poco, son para mí como esas figuras mitológicas de la piedra de la sabiduría, del árbol de la vida, los grandes chamanes que me unen a mis antepasados, a mi propia esencia, llenos de secretos y silencios cómplices de juegos inocentes de niños, y de confesiones de adultos.
No me veo ni me imagino en su funeral, además que para colmo de males, detesto el ritual al muerto. Ni en el de ellos, ni en el de ninguno de los muy pocos hermanos que me ha dado la vida, porque nadie dijo que los hermanos son prestados, tampoco pueden morirse de viejos porque yo soy mayor o contemporáneo, y porque por más que piten y pongan sirenas avisando su próxima partida, el recuerdo siempre será más fuerte que el presente.
   


miércoles, 20 de abril de 2016

El brillo de sus ojos.

En una convocatoria psicopedagógica del Colegio en donde estudian mis hijas, con tintes de auto exorcismo colectivo, la jornada cerraba con la siguiente pregunta: ¿Cómo se imaginan a sus hijas dentro de 20 años, cuando lleguen y toquen a su puerta?
Obviamente los lugares comunes llegaban como cataratas: que sean felices, que sean exitosas, buenas personas, no faltó el cliché de los hijos y casadas…

Nada más subjetivo que definir felicidad, éxito, buenas personas, ¿matrimonio e hijos?; ¿quién puede decir que un mafioso no es feliz cuando saca la competencia del camino en ataúd? O que ese mismo mafioso se siente exitoso cuando corona, lo que sea, porque en el ocio loco del poder desmedido cualquier excentricidad es válida.
¿Personas de bien? Este país está lleno de personas de bien y ‘buenos muchachos’ que fueron a las mejores universidades del mundo, haciendo mangualas mafiosas de alto nivel para manejar el precio del papel higiénico, los pañales, los cuadernos, el azúcar, los subsidios de Agro Ingreso Seguro y tantas otras cosas más como negociar las tutelas, cualquier reparcheo de una calle de pueblo paupérrimo en Colombia, los desayunos escolares y un infinito etcétera. Eso sí, van a misa y nuca se confiesan, porque el fin justifica los medios.
Pero bueno, ese era el ejercicio, que supiéramos que el colegio está sintonizado con nuestros deseos, que halamos para el mismo lado, que somos un equipo todos los de Primer Grado.

Mi respuesta fue la del desubicado, seguramente en alguna casa seré ‘el loco ese’, dije: yo quisiera verle el brillo de siempre en sus ojos.
-       -  ¿Cómo así?, me dijo una ‘colega’ Mamá y se auto respondió: ¿el de la inocencia?
-    - La inocencia cada día la va perdiendo, pero no necesariamente el brillo en los ojos. Quiero verle siempre el brillo en sus ojos.
Después de un rato y de seguir en círculo el sondeo, dijo la misma señora: me quedé pensando en lo que dijiste y sí, una sobrina mía es muy exitosa pero no tiene vida. Su familia sufre mucho por ella.
A lo que le respondí: todo nos empuja a repetir los mismos patrones: éxito, dinero, fama, “felicidad”, somos nosotros los que tenemos que tener conciencia que la vida puede ser diferente. Por ejemplo, ¿por qué cuando las niñas están más frescas y lúcidas en la mañana no hacen los extracurriculares? ¿Acaso no es eso lo que les gusta, lo que les gustaría ser?
Me miraron asombrados, como estando de acuerdo, pero con la incomodidad que genera el que cuestiona el statu quo.
“Ah, y el papá de María José dijo algo que nos apreció muy bonito: que se le vea el brillo de los ojos”; con ese resumen terminó la disertación el subgrupo con el que me correspondió compartir. El foro me miró con ternura.

Dicen que ‘los ojos son el espejo del alma’, los que tenemos ese don de conocer y leer bien a la gente lo sabemos. Esos ojos, que en el amor o en la vida, te dicen mucho más que un 'no me pasa nada', o que un silencio ensordecedor que oculta quién sabe qué. 
Y al ser Papá, Dios me dio un regalo transparente y puro, para el gozo o la angustia: el brillo de los ojos de María José, que si en mí estuviera, haría lo que fuera para que nunca lo perdiera. Pero la poca madurez que puedo tener, me dice que el brillo de sus ojos, dependerá, dentro de poco,  solamente de los pasos y decisiones que tome en la vida.

Hace mucho tiempo que creo cada vez menos en lo que me dicen, en lo que me cuentan, en lo que no veo, leo, o escucho. Y como el buen ocioso que puedo ser, he estado tratando de aprender a ver la coherencia de las risas, la ropa, el dinero, las fotos, los gastos, el genio, la vanidad y quién sabe qué cosas más, con la felicidad. Hay un sitio maravilloso para eso, un café de centro comercial, en el que en las horas de los desocupados 10:00 a.m. y 3:00 p.m., ve uno llegar mujeres exquisitamente arregladas, con olores que compiten con el de mi espresso, de lejos presumiblemente felices, exitosas, buenas personas, algunas madres y otras inclusive abuelas; de cerca, sin brillo en sus ojos, opacos. Sus cuerpos además, rígidos del estrés, como delatando una vida encasillada, lejos de lo que realmente les gusta, de lo que alguna vez fueron sus extracurriculares, físicos, intelectuales o mentales. A ese sitio le digo la oficina, y cuando tengo tiempo, desbordo el ejercicio morboso  de ver la felicidad (sea el motivo que sea el que lo genere) en los ojos.


Sigo pensando que ese brillo es vida, ilusión, esperanza, proyectos, deseo, amor, felicidad, curiosidad, ganas –de lo que sea, pero ¡ganas!-. Qué lindo sería medir nuestros días por el brillo de nuestros ojos y el que le producimos a quienes amamos.

martes, 5 de abril de 2016

La otra derecha, ¡perdón!, la otra izquierda.

Ahora resulta que en un país donde difícilmente se puede ser efectivo en un intento de ubicación geo espacial, con las palabras derecha e izquierda, son las palabras preferidas para señalar todo lo desconocido, lo extraño, lo sospechoso, lo opuesto, lo que no nos gusta.
¿Ha escuchado Usted esta belleza de nuestra idiosincrasia?: ‘la otra derecha’, o, ‘la otra izquierda’. ¿O no ha estado a punto de quedar como caricatura contra la ventana del taxi, cuando el conductor debe corregir salvajemente el rumbo debido a que alguno de los dos -o los dos- no sabe cuál es la izquierda o la derecha?

Mientras se lucha tanto en contra del llamado ‘matoneo’ o ‘bullyng’, cualquiera, sin sonrojarse, sea un ‘buen muchacho’ o un ‘cafre’, utiliza esa dos palabritas para estigmatizar al otro. También, las hay más agresivas y con connotaciones históricas, de modo tiempo y lugar como: paraco, mamerto, fascista, comunista, Uribe, Santos, etc.
Nada más ridículo, porque si la mayoría no sabe en qué mano quedan, mucho menos lo que representan ideológicamente cuando son asociadas a partidos políticos. Absurdo además en un país donde no hay partidos políticos, si no hordas de rémoras hambrientas de torta burocrática y contratos. Es decir, si no hay partidos, difícilmente puede haber ideología, y la mano que escoja puede representar, de todo, menos lo que se cree o se espera.

Entonces se ha caído en el lugar común de los estereotipos, y aunque puede que mi vida sea poco interesante, según el contexto vivido, he sido burgués aventajado, facho recalcitrante, comunista hijo de puta, eso sí, me he salvado del mamerto y guerrillero hijo de mala madre por poco. He sido rico, muy rico, y he sido pobre, arrancado. Porque tener un poco más de educación puede ser sospechoso, porque no hablar de dentre pa’ dentro y sírvame otro guaro hijueputa, te vuelve casi patrullero infiltrado de la policía en algunas grupos o comunidades; y nada tan sospechoso, mamerto e izquierdoso, como estudiar en la Universidad Pública y te dejes la barba, así manejes bien los cubiertos, trabajes en una multinacional, y no salgas pa’ fuera.
No te escapas ni con los colegas, porque el empírico o el que estudia de noche es hecho a pulso, como el vendedor de mangos, cáscara a cáscara. Vos, el estudiado, naciste siendo árbol; pregunto, ¿cuántos árboles fueron un rastrojo desechado antes de enraizarse?

No se trata de un discernimiento social, no, porque cada uno ve el mundo desde sus cóncavos o convexos lentes, cada uno administra su miopía o su astigmatismo con los elementos culturales y educativos que tiene. Otros teniendo todos esos elementos, lo alimentan desde sus experiencias. Es por eso que los barbudos de hace 40 años, rebeldes, drogos, espíritus libres como pocos, perseguidos estudiantes de los 70’s, que hoy están en los sesenta y pico, son los que más en los extremos están. Algunos arrepentidos, otros firmes en sus convicciones. Totalmente respetable, así sean totalmente incoherentes.

Los estereotipos son generalmente tan distantes a la verdad, tan desconocedores de la realidad del individuo, que terminan siendo absurdamente risibles o salvajemente crueles; estúpidamente repetidos, como si de animales de circo se tratase, no del ser más evolucionado y dizque pensante.  
Es por esto que asombra cómo tan fácilmente, unos y otros, le deseen la muerte más trágica a su contradictor, no importa si cae por estribor o babor, aterrizando y quedando tendido sobre su diestra o siniestra.
Antes de calificar la lateralidad de las posiciones filosóficas y políticas de alguien, yo sí recomendaría que por lo menos las entienda, y si es un docto en la materia, recuerde que en el Universo hay un concepto que nos libra del caos, se llama equilibrio. Pero si insiste en su odio, seguramente inyectado de manera epidural, le recomiendo muy bien que piense bien antes de hacer este ejercicio: quítese la mano que más detesta.



jueves, 31 de marzo de 2016

Marcha de los conejitos en contra de las colitas peludas.

En esta polarización ideológica y política por la que pasa nuestro país, con 'rifi rafes', memes, opiniones y opinares sin el menor escrúpulo por la inteligencia colectiva y la capacidad del discernimiento  personal, me llegó esta columna, de Iván Gallo en Las 2 Orillas (http://www.las2orillas.co/el-fantasma-de-carlos-castano-marchara-con-los-uribistas-este-2-de-abril/) y no pude más, yo también me despaché. 
Y es que quién está seguro de que su hijo mañana no será comunista, se ponga arete, se deje crecer la barba, use mochila, sea independiente, drogo, puta, sea ateo, anarquista, militar o montañero, o un político por fuera de los partidos tradicionales, o ¡peor! le salga honrado y grite en un país de oídos sordos por el respeto a lo público, a la autoridad, a la ley y a la justicia; que por casualidad termine lavándole el dinero a un narco en una empresa fachada (como esos que lo han hecho -no siempre de manera inocente-, y que hoy señalan a Samper como lo peor de lo peor, se rasgan las vestiduras y señalan sin sonrojarse a los demás que hoy 'pecan', tal como ellos lo hicieron con su honrado trabajo a pesar del de dudoso capital de su patrón), o su retoño le da por ser militar o policía y queda en medio de esa locura llamada guerra, o es un humorista destacado que entre chiste y chanza diga verdades tan molestas para el establecimiento y cualquier futuro presidente, hasta que un día mientras se dirige a su trabajo, los que debían cuidarlo -el Estado-, se alíen con los incomodados para asesinarlo, o que se convierta en un Obama Castro Chavista militante por la paz.
Esa marcha no es por 'dolor de patria', es para medir fuerzas políticas y asustar a todo lo que 'huela' diferente a los intereses de los que querían perpetuarse en el poder a través de títeres como el condenado Andrés Felipe Arias, Zuluaga, y el aparato criminal paramilitar que quería refundar la patria desde Ralito con el beneplácito del anfitrión a la marcha.
Santos la ha cagado, y la seguirá cagando si tiene que seguir repartiendo el Estado para sostenerse, como lo hizo Uribe para reelegirse y cubrir su manto político paramilitar, como lo hizo Pastrana repartiendo contratos del plan Colombia después del Caguán, o Samper para no caer durante el proceso 8000. Cada presidente usa el Estado como una muleta para sostenerse, y esos godos que rodean a Uribe vienen llenándose de auxilios, burocracia, mermelada hace años, pescando en 'río revuelto', como lo hicieron los liberales y conservadores que brincaron de sus partidos a la U y de ahí al Centro Democrático (que por cierto no tiene nada de centro ni de democrático, porque desconoce y descalifica todo lo que no le favorezca de las ramas del poder público).

Desear que a un Presidente le vaya mal es abrir la puerta a la corrupción, y por ahí derecho a que al país le vaya peor.
Se suponía que atacar a la guerrilla, en épocas del gobierno Uribe, atraería la inversión extranjera (además de ciertas exenciones de impuestos que fueron trasladadas a independientes, a la base del IVA, etc) en lo que él llamó: la confianza inversionista. Porque en su amor a la patria veía que esto favorecía al país; ahora, a grito herido, habla de lo mal que está el país, de las pésimas condiciones internas, en el año de menor violencia terrorista de nuestra historia.
No se confunda, no le juegue a una revancha que no es la suya, no apoye más odio en este país, que ya suficientemente incultos y violentos somos como para que Uribe y José Obdulio con sus métodos Hitlerianos y de Goebbels nos enseñen cómo hacerlo mejor.
¿Quiere que se acabe lo que detesta de este gobierno que no es nada diferente a los anteriores? Si está en un puesto público, sírvale al país, no robe, no deje robar y denuncie a todo al que lo hace. No aplauda la plata de las mafias. Enséñele a sus hijos tolerancia y respeto por la diferencia, y métase en la cabeza la idea Usted también, porque puede que mañana sea su hijo el diferente. Ojalá en esos días ya no haya un inquisidor como Ordóñez, o un Uribe que sea capaz de señalar de guerrillero del ELN a un periodista (puede ser a Usted o su hijo), sólo porque no le gustó la última columna en la que relataba cómo en documentos del gobierno de Estados Unidos, desde hace muchos años, el convocante a la marcha por las cosas que no representa, se le asocia con actividades de narcotráfico.
Hagamos una marcha contra la corrupción, contra los partidos políticos que están saqueando al Estado para recuperar lo que invirtieron en las pasadas campañas y les quede para la próxima, exijamos que el dinero que hoy se utiliza para tener miles de hombres en batallones para responder cada día a menos hostigamientos al mes, salgan a las calles de las ciudades para obligarnos a poner orden, porque los colombianos necesitamos al policía encima para que nos comportemos (pero en el extranjero sí lo hacemos, allá le tememos y respetamos a la autoridad y a la ley), pidamos que verdaderos profesionales en su campo ocupen los cargos claves para el desarrollo de las ciudades y del país. No más licitaciones amañadas, no más sobre costos hasta del 300% para que en un contrato 'gane hasta el mico', no más esquemas de seguridad de 300 personas para el que dice que dejó perfecto el país. Hagamos esa marcha, tumbemos este presidente si de verdad creemos que esa sea la solución, pero eso sí, dejémosle claro al que venga que no vamos aceptar más corrupción y que la paz es una exigencia de todos.
¿Ah, y qué afán tienen de que el proceso de paz se acabe y se firme ya, si lo que quieren es que no haya proceso?
Sin terminarse el proceso, estamos en guerra, como les gusta. Que es finalmente lo que quieren, que todos apoyemos volver a perseguir a la insurgencia otros 50 años, que elijamos al próximo títere señalado por Uribe, para que volvamos al círculo vicioso de batallas y batallas que no finalizan la guerra (como en sus efectivos 8 años de gobierno en el que iba a exterminar la guerrilla, y ya al final estaba 'ofreciéndoles la tierra y el Moro', clandestinamente a la guerrilla para una finalización negociada del conflicto). Entonces ¿qué es lo tan horrible que ha hecho Santos, además de trabajar con el ultra odiado por Uribe: Vargas Lleras?
El dólar está asociado al precio del petróleo y afecta a todos los países productores. 
El Niño es más macho que cualquier política de Estado.
La salud es una papa caliente que no hay por dónde coger y en el gobierno del Señor AUV cambios no hubo, hoy tratan de darle manejo.
La mermelada antes eran Notarías, Agro Ingreso Seguro, embajadas para cuestionados para políticos, generales Montoya... ¿Sabe de dónde viene la bendición para que Pretelt fuera magistrado? Sí, ese, el del carrusel de las Tutelas en la Corte, el de los chantajes en la supuesta más alta instancia de ejemplo de rectitud del país.
Lo de la Guajira se divide en dos. 1. La frontera cerrada les daño el negocio del contrabando. Por eso hasta las donaciones salieron a venderlas, porque ellos no necesitan agua, les gusta es la plata. 2. No es porque alguien esté preocupado por el abandono de siempre de la Guajira, lo que pasa es que le cayeron a unos narcopolíticos mafiosos de esa y otras zonas de la costa, aliados de ya sabemos quien, entonces la 'oposición' desvía las miradas hacía los estómagos etíopes de nuestros niños guajiros.
Los que ejecutan los presupuestos de las escuelas son los municipios, los que pintan las señales de tránsito son las secretarías de tránsito municipales; como quien dice que le están robando en la esquina de la casa, no es Santos ni Uribe; o sí, en una larga cadena que empieza a romperse por la parte más débil. Pero acá sólo se rompe, 'el lomo', el colombiano promedio.
La persecución a la oposición me recuerda algo llamado las chuzaDAS... Hay un capítulo que alguien que se llame cristiano y creyente  como el del pulso firme y el corazón grande debería confesar: los falsos positivos; porque vuelvo a lo mismo, dele gracias a Dios que el día de la batida en el parque de su barrio o pueblo, no estaba su hijo con sus amigotes, porque hubiera aparecido en camuflado, estrenando botas pantaneras, cogido de un fusil G3 con el serial borrado.
Es tanto el rencor del convocante a la caminata de la solidaridad con su hermano el apóstol, que en su segundo gobierno presidencial, en Antioquia no se hizo nada, porque por acá no ganó ni la alcaldía de la 'ciudad de hierro'.
La marcha esta del sábado, parece citada por un conejito en contra de las colitas peludas.