Los colombianos le ‘hemos sacado jugo’ desde que
Francisco Maturana pronunció esta frase; para burlarnos, justificar
‘embarradas’ y cuanta ocurrencia de nuestros tropicales cerebros.
Y ahora, años después sí que la debemos tener presente,
porque es la mejor forma de resumir lo que genera el proceso de paz y la manera
en la que tendremos que asumir la vida una vez sea firmada esta simbólica
tregua. Simbólica porque del ‘dicho al hecho hay mucho trecho’.
Aunque vivimos en un Estado de Derecho y en teoría
todos lo respetamos, cuando nuestra existencia en esta vida se siente amenazada,
cada uno se convierte en juez, con su propia teoría del derecho, la forma de
juzgar , las penas y la aplicación de las mismas. En resumen, una vez ofendidos
lo que queremos es venganza.
Desafortunadamente las víctimas directas del
conflicto difícilmente podrán recuperar, su vida, su salud, sus patrimonios,
sus tierras, las vacaciones no disfrutadas en sus fincas, y una larga lista de
dolorosos hechos que también conocen y viven las víctimas indirectas: las
familias. Y muchos de ellos han ido a la Habana a ver de frente
a sus verdugos, con cualquier cantidad de humanos sentimientos en su corazón
nos han dado ejemplo.
La firma de la paz ‘dejará iniciados’ a varias
víctimas que más que justicia quieren y necesitan venganza. No ver a los miles
de hombres de las FARC fusilados, incinerados o cumpliendo las penas irrisorias
que sentencian en Colombia será motivo de frustración.
El conflicto en este país acumula seis millones de
víctimas, de las cuales son más de 220.000 muertos (http://www.semana.com/nacion/articulo/victimas-del-conflicto-armado-en-colombia/376494-3
), una cifra aterradora si se compara con guerras recientes en otras partes del
mundo. Así suene tan salvaje como estos números tenemos que seguir. Es la única
manera de evitar que sigamos perennemente en guerra, ya quedó demostrado que ni
el Plan Colombia, ni la Seguridad Democrática pudieron con la guerra de
guerrillas auspiciada por el narcotráfico.
Este país merece muchas cosas, por ejemplo:
redistribución del presupuesto para la guerra, en desarrollo (educación, salud,
infraestructura), justicia, autoridad (y respetar la autoridad, porque golpear
policías dice mucho de nuestra enferma sociedad), unos políticos medianamente
decentes y a la altura de las circunstancias. Mucho de esto lo podremos tener
si desde los movimientos ciudadanos, con la participación de todos, le hacemos
control a las instituciones y servidores públicos.
Y no tengamos miedo, hay más humanidad en nosotros de
la que nos imaginamos. Hace algunos años, en un vuelo desde Medellín a Bogotá,
iba con mi Jefe; de repente en la fila para abordar el avión vi a Francisco
Galán, ex comandante del sanguinario ELN ( http://www.elespectador.com/tags/francisco-galán
). Recuerdo la ira que me recorrió desde la entrepierna hacia el mentón, las
ganas de colgármele de la barba como un simio para patearle el cuerpo,
sensación que fue abalada por mi compañero, quien cruzó una mirada de
esquizofrénico conmigo; obviamente no hicimos nada y el tema murió al
sentarnos. Aunque yo todavía me siento mal porque se me haya pasado esto por la
cabeza, finalmente la justicia de nuestro Estado de Derecho es para respetarla.
Con la paz perderán algunos y ganaremos otros, así
sea un poco, como el dicho de Maturana. Que se imponga el interés general sobre el particular.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Agradezco tus comentarios, aquí se vale decir no.