jueves, 25 de septiembre de 2014

Cargo mi cruz hasta en el apellido, por favor, no me crucifique.

No se qué dicen en los púlpitos los sacerdotes, pastores, chamanes y demás líderes de las diferentes religiones y sectas en Semana Santa o en los días más importantes de sus cultos. 
Lo pregunto porque al parecer hubo más parranda y paseo que rezo. Aunque quedo desmentido al ver las ‘Santas’ fotos con Monumentos que algunos compartieron, además de los fervientes trinos y post de “Jesús está vivo!”
Y pregunto porque aun frescas la muerte y la resurrección, fuimos además testigos del renacimiento de lenguas y dedos viperinos –recargados y afilados de corazón y espíritu- que como si nada hubiera pasado retornaban a su labor de polarizar, sembrar odio y remarcar la diferencia con una sobrada aplicación de la competencia odio. Era como cuando algunas cuestionables figuras de autoridad, para esconder sus erizados adjetivos nos decían: ‘le entra por una oreja y le sale por la otra’.
Sorprende cómo lo que más importa, lo sagrado, tiene tan poco fondo.
Y es extraño porque Jesús murió como una muestra del perdón y del amor de Dios a nosotros; resucitando además para demostrar de quién era hijo, su poder, dar ejemplo de lo que podemos lograr con nuestra fe, y darle validez y fuerza a la doctrina que Jesús compartió en vida; resumible, irrespetuosamente, en unas pocas y poderosas palabras: respeto, perdón, caridad, fe, amor…
Fue en vano, otra vez murió en vano. Porque de nuevo le llevamos la contraria y hacemos todo diferente a lo que Él y los representantes de la mayoría de las religiones profesan.
No hay que esperar a que llegue el día indicado por el calendario litúrgico para que vuelva a suceder. Ya algunos estamos comprando la boleta VIP para el próximo viacrucis, que puede ser el de cualquiera a quién ignoremos, irrespetemos, juzguemos y seamos capaces de calumniar sin conocer de él, o simplemente azuzando una guerra en la que otros ponen los muertos. Como el pobre Jesús, que sí que lo matonearon porque el miedo que generaban sus palabras al statu quo, el eco de sus palabras, las demostraciones de que podía hacer una revolución sin violencia y dinero acojonaría a cualquier poderoso sin importar la época. Eso produce tanto miedo y hasta odio como el yerno que no tiene plata pero sí ideas, respeto y amor (sonrían).

¿Calumniar? Sí, porque la única manera de no calumniar es saber la tercera versión de toda historia: la verdad. Y la verdad se demuestra con pruebas. ¿Las otras dos versiones? Claro, con mucho gusto las recordamos: la tuya y la mía.
¿Sabíamos entonces que normalmente nos damos en la jeta por rumores y adaptaciones del que mejor nos cae, escasamente por la verdad? 
Bien difícil la tiene la paz en un país que se siente mejor en el caos, porque quien demuestra que puede estar cerca de controlarlo o neutralizarlo tiene mucho poder. Un país que parece feliz de pagar costosamente todo sin recibir si quiera mejor calidad de vida y más oportunidades para todos. Un país que prefiere ser una buena finca, un buen paseadero o lugar de retiro, y eso… que una verdadera tierra de oportunidades tan rica como nos han dicho siempre que es. ¿Cuántos de los ilustres visitantes del mundo se quedan en Colombia? ¡Sobran dedos al contar! ¿Los famosos de Colombia a qué vienen al país? ¡Sí, de paseo!

Nos creemos libres pero somos borregos, que seguimos toda nuestra vida patrones: de los padres, amigos, profesores, parejas, jefes, líderes; y al que le gusta la política, de los políticos.
Seguimos a estas figuras todas nuestras vidas, sus rumores, versiones y acciones, sin tener la certeza de si están bien o no. Odian, odiamos. Piden guerra y somos los más fieros combatientes de teclado. Señalan, señalamos. Desacreditan, desacreditamos. Es curioso porque cuando un político por estrategia o convencimiento se reconcilia con su otrora enemigo, nosotros quedamos desconcertados pero rápidamente justificamos su acción en su grandeza de cabeza y benevolencia de corazón. Si es tan fácil ¿por qué no comenzar nosotros mismos?, ¿qué esperamos? ¿Seguiremos maltratándonos nosotros mientras por allá halan los hilos para tenernos polarizados, mientras ganan unos pocos en el ‘río revuelto’ por nuestra ‘amada Colombia’?
En alguna charla respondía una psicóloga a la pregunta de qué tan conveniente es castigar físicamente a los niños: “No se golpea lo que se ama”. 
…amada Colombia en elecciones… Plop!

Yo sí quiero un país en paz para mis Hijas, que puedan ser libres, que puedan opinar con respeto de lo que quieran sin ser señaladas como diferentes, como fue señalado Jesús; no quisiera saber que el viacrucis de la vida se lo hicimos más tortuoso los de una generación que tuvimos todo para cambiar este país.
Los odios de Abuelos y Padres no debemos hacerlos nuestros, tenemos que leer, tratar de entender el contexto de los hechos, las verdaderas intenciones de las palabras, viajar, conocer la realidad viviéndola. ¿Tomar posiciones? ¡Claro! Ojalá sin suposiciones. Usar todos los medios de comunicación: ‘los a favor y en contra de’. No somos el primer país donde se lleva a cabo un proceso de paz para suspender una guerra macabra y como diría Maturana “perder es ganar un poco”, cosa que en este momento sí que cobra validez.
Mucho de esto sale de mi impacto por las reacciones a la muerte de Gabriel García Márquez. No diré mucho, sólo aportaré.
Si a todos nos juzgaran como una pieza única e indivisible sería mejor, pero cuántos estaríamos dispuestos a pasar la prueba para que nos pongan un 10 como un todo: hijo, hermano, miembro de familia, amigo, compañero de trabajo, profesional, jefe, cliente, peatón, conductor, contribuyente, comerciante, practicante religioso, confidente… Por eso tenemos lo que en la Iglesia llamarían tanto ‘falso ídolo’, porque escogemos patrones a seguir o para admirar -sencillamente nos gusta lo que hacen o lo que dicen-, así sea por algunos pocos dones a pesar de su moral, posiciones políticas y buenas costumbres. 
No hay perfectos, no lo somos. Excepto para los creyentes, Jesús, quien superó hasta las tentaciones y la pasó muy mal por haber sentido enojo. Y a quien matamos y volvemos a matar, cada que se le ocurre perdonarnos dando su vida por nosotros; así nos haya hecho el resumen ejecutivo más simple y contundente diciéndonos que nos amáramos unos a otros.




Y como no lo vivimos estamos en todo nuestro derecho de ignorar. Pero recordemos que en derecho desconocer la ley no nos exime de acatarla.Ojalá existiera algún postulado así para la verdad. Comparto lo que diría el televisivo personaje de ‘Los Reyes’ :“¡hay que leer!”.http://www.las2orillas.co/por-que-garcia-marquez-tuvo-que-asilarse-en-mexico/

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